CAMINOS CRUZADOS

Esta sensación de no saber adonde dormiré pero sabiendo que hay un lugar donde voy a dormir y al que voy a llegar de una de otra forma, me hace creer en conceptos fuera de la ciencia o de los esquemas mentales que reducen toda "anormalidad" racional a una simple coincidencia. Puede ser, cuando sucede una vez y pueda que dos, pero es completamente inaplicable esa palabra, coincidencia o suerte o excepción, cuando uno la vive tantas veces en el camino. Ahora (jueves 2 de junio) por ejemplo, había llegado a Safford, una ciudad de Arizona y no sabía donde pasaría la noche. Sobre la carretera estaba un rotulo de la oficina de turismo del Estado de Arizona, como el mapa que vengo cargando es muy malo, decidí pasar y conseguir uno mejor. Un señor, blanco y parecido al actor Rodney Dangerfield, el de la pelicula ochentera De Regreso a la Escuela, me atendió como el abuelo que espera a su nieto. Me recomendó un lugar para campar, habló por teléfono y me consiguió una tarifa inigualable, apenas tres dolares. Hasta el día ahora, después de más de 120 noches de dormir en todo tipo de lugares, no he pagado nunca por un lugar donde dormir, pero los tres dolares me parecían razonables, máximo que hasta tendría derecho a una ducha. Toda una bendición la ayuda del señor canoso y sonriente con el que hablé acerca del recorrido y la idea de llegar a Nueva York, cuando me escuchó, dijo: No way!...--- y me facilitó un mapa y me dio las instrucciones precisas para no perderme aunque quisiera, hasta me hizo un dibujo extra. Me despedí y agradecí la ayuda. Salí pedaleando y cuando estuve a punto de cruzar la calle, la luz me lo permitía, decidí tomar otra ruta a la señalada por el señor, cruce a la izquierda, de todas formas en el mapa podía ver que más adelante se juntaría esa calle con la que me llevaría al camping. Y fue en ese momento cuando crucé camino una vez más con esas "casualidades", la luz se puso en rojo y a la par mía se pasó un joven ciclista que me preguntó qué cual era mi destino, le dije que hasta Nueva York, No way!, me dijo también y me siguió preguntado, a lo que podía contestaba, a lo que no, sonreía. Me preguntó si tenía un lugar donde pasar la noche, le dije que no, que iba a buscar un camping, y sin tanto pensarlo me dijo: Si quieres puedes quedarte en mi casa. Le sonreí y en seguida le da las gracias. ¿Eres cristiano?, me preguntó. No, le dije, soy catolico. Lo de católico se lo dije porque no sabía como explicarle en inglés esta visión del mundo que tengo y para no enredarme más de la cuenta. Aunque, en honor a la verdad, soy bautizado, he hecho la primera comunión y me he confirmado en el catolicismo, además de otras costumbres que me persiguen como persignarme (a veces), además de los constantes regaños de mi madre (una católica que va a misa de seis de la mañana todos los días). Ah, me dijo, es que yo soy cristiano y pertenezco a la iglesia metodista de la ciudad.

Lo seguí por un par de minutos y llegamos a su casa, un lugar muy, pero muy humilde. Me ofreció agua y comida. Al rato llegaron los vecinos, menores que él, y han pasado jugando XBOX, me han invitado a jugar, pero les he dicho que soy un perfecto ignorante en videojuegos.

Me prestó un recipiente, saqué mi detergente y lavé la ropa sucia, también yo me di un baño y me llevó a la tienda de bicicletas a comprar un par de tubos.
A estas horas siguen jugando Xbox, mi ropa ya se seco y las coincidencias siguen a la orden del día.

En la imagen aparezco junto con Nicholas Ryan Enloe, de 27 años de edad, originario de Minnesota, el chico que me echo la mano este día como un buen cristiano de esos que hacen falta en el mundo para que sea un poquito mejor.

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