Cobro de parqueos en Centros Comerciales
Lo mismo sucederá con nosotros los salvadoreños: terminaremos pagando la tarifa, ya sea uno o dos o tres dólares en concepto de parqueo; ésto por una sencilla pero poderosa razón, porque esa es lógica del sistema en el que vivimos. Es la forma como se manifiesta el sistema basado en el capital: obtener el mayor retorno posible de una inversión y en el menor tiempo posible. Eso busca toda actitud empresarial. No es pecado. Al menos la iglesia no lo considera así. Tampoco es un delito, nuestro ordenamiento jurídico no lo prohíbe. Así que, pese al disgusto que esa medida generará en los consumidores, no es un pecado ni mucho menos un delito el cobrar una tarifa en concepto de parqueo dentro de un centro comercial. Es una de las tantas formas en las que se manifiesta la libertad empresarial.
Los propietarios de los Centros Comerciales del país, llámese Poma, Siman, Dueñas o Desola, no están extorsionando a nadie con la medida; buscan como todo empresario diversificar vías de ingresos. Pero tampoco nos dejemos engañar con el mensaje de que la medida es para brindar mayor seguridad a los clientes. Es falso. La única razón que mueve la adopción de esa medida es la rentabilidad; extender y agotar los diferentes canales de ingresos. ¿Hasta qué punto se le puede extraer dinero a un consumidor? Hasta donde la ley y la "ética" lo permitan. Aunque también hasta donde el consumidor se deje.
La adopción del cobro de parqueo nada tiene que ver con seguridad, tiene que ver con dinero, con ingresos, ganancias que busca el empresario. Haciendo un simple ejercicio matemático, y con cifras conservadoras para no parecer exagerados, digamos que a un centro comercial ingresan en promedio mil vehículos diarios, eso multiplicado por un dólar nos da la cantidad de mil dólares diarios, que al año, porque nunca cierran, se transformarían en $365,000 dólares anuales. Repito: “Cifras conservadoras”. Sin duda es una fuente dinero extra nada despreciable para los empresarios. Eso es lo que está en juego.
El sistema funciona así. No lo han inventado los empresarios salvadoreños, simplemente lo adaptan a nuestra realidad. Copian lo que funciona en otras partes, y, en teoría depende de nosotros, los consumidores, aceptar o no ese cobro. Somos libres, no podemos negarlo, porque nadie nos obliga ir a un determinado lugar. Podríamos elegir hacer o no las compras en un centro comercial o preferir ir al centro de San Salvador, por ejemplo, aunque esa alternativa no es nada recomendable. A eso se le llama libertad de elección. Bien, somos libres de elegir adónde gastar nuestro dinero.
¿Entonces, por qué nos quejamos por el cobro?
Porque es un servicio que siempre fue gratuito, al menos para nosotros los consumidores, pero no para los arrendatarios. Todos centro comercial cobra, además del arrendamiento de un local comercial, por una serie de servicios que van desde mantenimiento, iluminación, publicidad hasta, y llegamos al punto, por los parqueos. Estos servicios tienen que cargarse al precio de los productos que se venden en los centros comerciales. Todos sabemos que es más caro comprar en un centro comercial que un sitio fuera de ahí, y es, precisamente, porque los locales comerciales tienen que sumar todos esos servicios al precio de venta de los bienes y servicios que ofertan.
Ante el inminente cobro ¿Qué alternativas tenemos? La única alternativa es el consumo racional. Saber elegir los lugares adónde vamos a gastar nuestro dinero. Si no nos molesta pagar uno o dos dólares por el estacionamiento en un centro comercial, no deberíamos de quejarnos. Aunque más de alguien, y no faltarán, pagarán la tarifa del centro comercial con tarjeta de crédito. Además, y como punto de peso a favor de los empresarios, el centro comercial es una propiedad privada. El empresario capitalista ha comprado un terreno y ha pagado por el diseño y construcción del lugar. Puede disponer a su arbitrio de las condiciones que mejor le convengan. Exactamente igual sucede si nosotros compramos un pequeño terreno y luego construimos una casa (no importa el tamaño) pero preferimos darla en arrendamiento. Nosotros ponemos las condiciones que mejor nos convengan: precio, prohibiciones, permisos, etc. Así que no nos quejemos por el cobro.
Nosotros elegimos adonde comprar. Si no queremos pagar, simplemente no vayamos a los centros comerciales. Así de fácil.
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