Comer pupusas por primera vez puede que no sea tan divertido o fácil, pero tampoco hacer el amor por primera vez lo es y, sin embargo, sabe bien y gusta mucho. Sin duda, si nunca las ha probado, créame, le gustarán. Pero por nada del mundo utilice cuchillos o cubiertos para comerlas, es igual de ridículo que ver a un mexicano comiendo un taco con cubiertos o a un gringo comiendo una hamburguesa del McDonald. Por tanto, absténganse de usarlos, a menos, claro, que tenga una sola atenuante: que sea un extranjero pusilánime. Pero si es salvadoreño el que muestra semejante comportamiento se le debería de suspender la nacionalidad y que viva como apátrida por un par de meses, por primera vez y por un año si es reincidente. 

Las pupusas, muy a pesar del lamento de nuestros hermanos hondureños, son tan salvadoreñas como las baleadas (Ah, verdad! que a nadie le gusta que se bromee con el origen de sus comidas).

Usted puede pedirlas de la combinación que prefiera. Las hay revueltas, éstas son las más vendidas y llevan, como su nombre lo supone, una mezcla de varios alimentos; Llevan chicharón molido, es decir, puerco, cerdo, tunco (oing! oing!) y tambien frijoles y queso. La otra pupusa más vendida es la de queso, que tiene ligeras, pero poderosas, variaciones si se le agrega una aromática planta conocida como loroco. En tercer lugar están las pupusas de frijol con queso (mis favoritas). Ya con esas tres tipos de pupusas usted puede sentir el sabor de nuestro plato más sagrado e internacional. No tenemos otro. 

Antes de empezar a comer deben de asegurarse que la pupusería cuenta con servilletas o, en su defecto, algún mantel donde poder limpiarse ,continuamente, los dedos.

Otro dato importante, usted puede pedirlas de masa de maíz, así lo dicta el canon tradicional (digamos que representan la Ortodoxia dentro de la gastronomía salvadoreña) o de masa de arroz (un canon más moderno y un tanto progresista) o puede hacer uso de la imaginación y probar con la masa de su preferencia. Una vez, queriendo hacer carne de soya descubrí así por error una pasta que me sirvió para hacer una pupusa de soya. No de Soyapango, sino de frijol de soya. ¡Qué cosa más asquerosa!. 

Modernamente han aparecido las pupusas Gurmet (¿se escribe así, Gurmet?) y las hay de camarón, de pescado, de peperoni, de canguro, de reno, de venado y hasta de cartílago de tiburón. Bueno, cada quién con su rollo. Como antítesis de esas pupusas "Gourmet" siguen existiendo las pupusas que casi nadie conoce pero que se niegan a desaparecer: Las pupusas de ayote, de mora, de papelío, de cochinita, de papa y ....alguna otra, que seguramente, he olvidado.

Otro dato importante es la superficie en las que son calentadas, porque no es lo mismo comer pupusas hechas en plancha a gas que las hechas en comal con leña. El tamaño es importante, una pupusa no puede ser tan grande como para que una sola asuste a un niño. La pupusa tiene que ser : ni tan grande ni tan pequeña. ¿Qué clase de medida es esa? Yo no lo sé pero toda pupusera que se jacte de serlo sabrá contestarles. Si la pupusa es muy grande corre el riesgo de perder su naturaleza manual y necesitar de utensilios para comerse, desnaturalizar la esencia de la pupusa y parecerse más a una pizza personal, y entonces más de alguien la llamaría como la "Pupupizza". Un horror.

La mayoría de hombres con o sin pelo en el pecho suelen comerse entre tres y cinco pupusas en una sola sentada. Una mujer come no menos de dos y no más de cuatro (con bastante sacrificio), un niño anda redondeando, sin curtido y salsa, dos. Una pupusa sin curtido y salsa es como una noche de amor sin orgasmo. Así que no olviden ponerle el curtido y la salsa.


Los horarios para comer pupusas son bien importantes, porque, aunque se pueden comer a cualquier hora del día, hay horarios en las que saben mejor. Por ejemplo, la hora por excelencia para comer pupusas es cuando cae el sol y, si todavía hay, cantan los pericos. Uno se refugia en las pupuserias, si es día de semana entre las seis de la tarde y las nueve o (máximo diez) de la noche. Si es fin de semana, la hora cambia ligeramente puede dar inició desde las cuatro de la tarde. La segunda franja horaria por excelencia es por la mañana, cuando uno anda en ayunas y va para el trabajo o la universidad, es decir, entre las siete y nueve de la mañana.

Entre semana no hay problema si uno pasa a una pupuseria de forma solitaria, pero si ese comportamiento es durante el fin de semana, puede deberse, muy seguramente, a problemas de socialización. Es que el fin de semana es para comer pupusas con la familia, con los amigos y hasta con los enemigos. 

No hay salvadoreño que no haya comido pupusas alguna vez en la vida. No creo que exista semejante anormalidad y me atrevo afirmar que no hay en el mundo salvadoreño que no haya comido pupusas este año. Yo, al menos, puedo decirles que como una media de diez pupusas por semana, no importando el clima o la economía. Y son, por mucho, mi plato favorito. Sin querer ser nacionalista.

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