El Caminante del Desierto
Por la carretera que cruza el desierto de Arizona, uno se encontraba con cualquier clase de animales al lado del camino, generalmente muertos. Lastimosamente muertos, aplastados por los carros que pasaban a gran velocidad. Desde zorros, coyotes, armadillos y culebras.
El desierto, aunque uno pensaría que no es apto para la vida, esconde una gran diversidad de animales que se adaptan al medio ambiente hostil. Yo no podría vivir ahí. Andaba pedaleando y si algo había aprendido en los desiertos de Baja California era a respetarlos. Uno se puede morir si no lleva agua.
Ese día por la mañana, mientras circulaba por la carretera 60 rumbo a un pequeño poblado llamado Salome, observé una silueta que, desde la distancia, podría ser humana, pero no se lograba distinguir si caminaba o iba en una bicicleta. Al acercarme más reduje el pedaleo y confirmé que ,ciclista no era, era para mi sorpresa un caminante en medio del desierto. Vaya estampa. Al verme gritó con una voz ronca y cansada: Have some water?
¿Qué si tengo agua? Claro que llevo agua, y pensé en irme de largo. Una vez más estaba en un desierto y pedaleando con el agua justa para llegar al poblado próximo. Eso ya me había pasado en México y paré a compartir con una persona que parecía perdida. Eso fue en Punta Pietra en el solitario Valle de Los Cirios. La persona perdida no estaba perdida, más bien estaba loca, y además era salvadoreño como yo. Detuve la marcha y me acerqué, en seguida se hizo evidente la figura de un sujeto maltratado hasta el cansancio por el sol del desierto, con una estatura, quizás, de un metro ochenta, por qué digo eso, por qué media un tanto más que yo; peso, quizás 130 libras, el cincho confirmaba que tuvo un mejor peso cuando lo compró; edad, por la mirada y las arrugas, no más de cuarenta y cinco años; Nombre, cómo demonios lo iba yo a saber, por eso se lo pregunté. Me llamo David me dijo; realmente me dijo Deyvid, nacionalidad, podría ser de cualquier parte, por eso también le pregunté de donde era. Soy de Missouri dijo mientras se pasaba la lengua por los labios. Le di la mano y también mi botella de agua, de todas formas a mí me quedaba otra más. Mi esperanza estaba puesta en aguantar los 30 kilómetros que me separaban del poblado anunciado.
¿Qué andaba haciendo? ¡Vaya uno a saber qué puede andar haciendo una persona caminando en medio del desierto de Arizona! Se lo pregunté. Solamente ando caminando me dijo y se quedó profundamente en silencio. Un silencio incómodo, más incómodo en medio del desierto. Lo observé un par de segundos y se me vino a la mente la imagen de Forrest Gump. Este si es el verdadero me dije. Cuando el tipo no aguantó el silencio me preguntó a mí ¿qué andaba haciendo yo en el desierto? Le contesté de la misma forma que él: solamente ando pedaleando. Ok, dijo él y me regreso la botella. Puedes quedártela le dije.
Le pedí permiso para tomarle una fotografía. No lo dudó un instante y quedó congelado (aunque la palabra correcta debería de ser cocinado, por el calor del desierto) en esta imagen.
"Dios bajo a la tierra en forma de mendigo ... Ahh amigo, cuanta fortuna tienes y no te das cuenta."
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