(Con) ciencia corrompida | Giovanni Landaverde
Y fue en ese preciso momento cuando comprendí que ellos no tenían
rostro, cuerpo, materia. Eran algo ininteligible, indescifrable cuando no
inexistente. Pero algo había ahí, algo que parecía ser un cuerpo, vestido,
enjoyado y peinado, pero no había nada. Solamente voces.
En confianza ¿Qué es lo que más quiere usted en la vida?
Yo, la verdad no deseo mayor cosa.
En serio, puede confiar en mí. Cuénteme.
Pero en serio, no se lo vaya a decir a nadie.
Le prometo mi silencio.
Bien, bueno, así, en confianza, lo que yo más deseo es dejar de ser
pobre.
¿Pobre? ¿Y qué es ser pobre para usted?
Pobre es siempre pasar deseando cosas que uno nunca puede tener.
¿Cosas? ¿Qué clase de cosas?
Bueno, usted sabe, una casa grande, bien amueblada, o mejor un apartamento
con vista a la ciudad o ambas cosas; una casa en la playa o en el lago o en la
montaña; un auto europeo, una camioneta todo terreno; ropa, celular,
computadora, cocina, refrigeradora, horno de microonda. Todas esas cosas, usted
sabe.
Perdón. ¿Dijo usted dijo horno de microondas?
Sí, un maldito horno de microondas y también un reloj bien bonito, crema
para el rostro, fragancias, champú, zapatos, viajes y fotografías. En fin. Todo
lo que sale en la televisión y en las revistas y en internet. Todo.
Pero, déjeme entenderlo ¿Para qué quiere usted todo?
¡Qué clase de pregunta es esa! ¿Cómo qué para qué? Quiero tener todo
porque para eso nace uno, no. Para tenerlo todo en la vida y no vivir como un
miserable acabado.
¿Se considera usted una persona miserable?
Bueno ¿estamos o no estamos en confianza? Yo le estoy comentando que es
lo que quiero y cómo me siento. Sí, me siento acabado y miserable. Siento que
todo lo que aparece en la maldita televisión no va dirigido para mí. Para poner
un ejemplo. Mire le voy a encender la televisión. “Wow, chef, que delicioso se
ve ese platillo. Pero mire que buena pinta tiene el omelet. Vamos a probarlo.
Umm…¡Exquisito! Gracias, chef y gracias a sazonador el “delicioso” por este
segmento de cocina.
¿Lo ve?
¿Pero acaso usted no puede comprarse un sazonador para su comida?
¡Por Dios! Creo que no nos estamos entendiendo. ¡Qué acaso no ve! No es
el miserable sazonar el que me están vendiendo. Sino todo lo que aparece en la
imagen. Ve el refrigerador de dos puertas. Cree usted que yo tengo uno. Ve la
hornilla en la que están cocinando. Los utensilios y los platos. Lo ve. Cree
usted que yo lo tengo. ¡No! No tengo nada de eso. Además mire a la modelo. Ese
tipo de mujer que aparece allí. La ve. ¿A dónde están? ¿Por qué nos la veo en mi
mundo? Lo invito, venga, vamos a dar una vuelta por la colonia. No existe aquí
y sin embargo yo la deseo, mi cuerpo la desea y a veces, en confianza, se lo
digo, quisiera ser el novio de esa mujer. Me masturbo pensado en ella. ¿Me
entiende lo que le digo? Sin embargo ¿Cree usted que se fijaría en mí?
Sinceramente no lo sé.
No venga con que no lo sabe. ¡No! Esa mujer no se va fijar en mí y en ningún pobre desgraciado vecino mío.
Para eso necesito tener di-ne-ro. Lo entiende: DI-NE-RO
Qué bien que ha vuelto al dinero. Dígame ¿cuánto cree usted que es tener
dinero?
mmmm…¿Dinero? La verdad no lo sé con exactitud, creo que tener millones,
así como dicen que tienen los ricos, pero no sé cuantos. A lo mejor uno, o dos,
mejor tres. Sí, tres millones.
¿Cree usted que pueda llegar a tener
esa cantidad en la vida?
JAJAJA. No. No lo creo a menos que me gane la lotería.
¿Juega usted a la lotería?
A veces, especialmente cuando tengo algún sueño y yo pienso que a lo
mejor es mi difunta madre la que me está revelando el numero ganador. Pero no
juego tan seguido. Hay otras necesidades.
¿Cuáles son esas otras necesidades?
La familia. Hay que comprar comida, y ya ve usted cómo está de caro todo
y más cuando uno ya tiene hijos. Prácticamente uno ya está bien fregado.
¿Cuántos hijos tiene usted?
Tengo dos.
¿Qué edad tienen?
Andreita está por cumplir cinco y Ernestito tiene tres.
¿Su esposa, trabaja?
No. Nunca he querido que trabaje. Además tiene que cuidar a los niños.
¿Ella tiene algún título académico?
No, aunque terminó el bachillerato, con eso de los embarazos ya no pudo
ingresar a la universidad.
¿Y usted? ¿Tiene algún título?
mmm. Realmente, no. No lo tengo pero estoy en eso. Hice unos ciclos en
la facultad de Derecho, luego me retire, pero estoy en eso, queriendo
reingresar.
¿Y en qué trabaja?
En una oficina de gobierno.
¿Qué hace exactamente?
Estoy en la unidad de adquisiciones y contrataciones y formo parte del
departamento evaluador de ofertas.
¿Qué tal el salario?
No me quejo. Me pagan las vacaciones y, aunque nunca falta un jefe, no
tengo problemas con mis oficios. La verdad es muy sencillo lo que hago.
¿Puede describirme un día normal en su trabajo?
mmm….veamos. Bien, llego a las siete y media de la mañana, me preparo un
café y luego voy a mi escritorio y saco los papeles del día anterior.
Básicamente paso revisando, técnicamente, evaluando, las ofertas de las
licitaciones y voy haciendo observaciones y observaciones. Cuando termino hago
mi informe y se lo haga llegar a mi jefe. Y así pasó de expediente en
expediente. A medio día voy al comedor que está a la vuelta del trabajo y en el
que me dan hasta fiado, luego ya por la tarde el trabajo entre café y café ya
ni se siente.
¿Alguna vez ha llegado alguien a ofrecerle dinero para hacer algo
contrario con su trabajo?
Mmm…No sé si quiero contestarle la pregunta. No sé si haya tanta
confianza.
No se preocupe. No tiene que contestar si no quiere.
Prefiero no contestarle
De acuerdo.
¿Hace cuanto tiempo qué trabaja en esa oficina de gobierno?
Tengo ocho años exactos trabajando allí.
¿Y cómo fue que usted eligió ese trabajo?
¿Elegir? Jajaja. Uno no se da el lujo de andar eligiendo nada, toma lo
que le caiga en la mano. Este trabajo me lo consiguió un amigo del partido.
¿Cuál partido?
Al que pertenezco. Aunque hoy trato de pasar más inadvertido, como ve
que perdimos las elecciones vamos a tener nuevos jefes y cada jefe siempre
termina trayendo gente nueva. Es mejor bajar la bandera y quitarse la barba.
¿Cuáles son sus expectativas labores? ¿Cree que todavía tiene
crecimiento dentro de esa oficina de gobierna?
¿Crecimiento? ¿A qué se refiere?
Es decir, a escalar peldaños, grados.
¡Ah! Llegar a ser jefe. Claro que si quisiera, así me compongo de una
vez por todas.
¿Existe mucha diferencia entre el salario de los jefes y los empleados
como usted?
¡Claro! Pero deje de fuera el salario y los beneficios que son muchos,
que carro, que viáticos, que combustible, que tantas cosas, pero lo mejor es lo
que se echa a la bolsa. Por ejemplo mi jefe, aquí entre nos, es el que al final
decide qué, a quién y por cuánto se compra lo que se necesita en este
Ministerio. ¿Sabe usted cuantos millones es eso?
La verdad No.
Ah, muchacho. Ese el negocio. Por cada licitación que se adjudica le cae
el diez por ciento al jefe. Si el salario es más un elemento decorativo. Un
funcionario o jefe podría limpiarse las nalgas con el cheque que recibe como
salario. Lo importante es la movida.
¿Y usted participa de ese porcentaje?
Mmmm…Ah, no quería contar pero se lo voy a decir. Antes Sí. Cuando
estaba el otro jefe. Como había mucha confianza entre todos los evaluadores de
ofertas, además todos éramos del partido, entonces hasta salíamos a celebrar.
Pero desde que quitaron al jefe y a un par de compañeros y en su lugar llegaron
otras personas del otro partido, entonces se nos ha acabado la fiesta o más
bien, yo lo veo así, como una suspensión temporal. Porque vamos a volver, de
eso que no haya duda. Yo sé que ellos
están al tanto de cómo se mueven las aguas. Claro hoy son otras las empresas que
se están eligiendo. Se eligen a las empresas que simpatizan con ese otro
partido, lo que no quiere decir que están exentas de pagar el diez por ciento.
¿Pero eso es corrupción?
Claro que es corrupción. Pero en este país vivimos con la ley del más
vivo. Si uno no pone las pilas por agarrar algo nunca va a salir de ser un
pobre desgraciado. Además no es uno el que anda ofreciéndose como que es
prostituta en la calle, son los empresarios, esos señores que aparecen como
grandes hombres de éxito, los que llegan a ofrecernos el dinero para que
nosotros elijamos sus productos o proyectos. ¿Sabe usted lo qué es el éxito en
este país? ¿Lo sabe? El éxito no es nada más que hacer dinero a costa del
Estado. Eso es todo. Y eso es lo que yo quiero.
A todo esto ya se nos hizo tarde, parece que el tiempo el vuela.
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