Cuando uno se decide a realizar un viaje, no tradicional o turistico, por el continente, ya sea a pie, bicicleta o motocicleta, es inevitable recibir comparaciones, algunas demasiado generosas, principalmente, con el viaje hecho por Ernesto Guevara (El Che) o por el ficticio y simpatico Forrest Gump. Sin embargo, conocer, explorar, aventurar, es tan antiguo como la humanidad misma. Ha sido ese espiritu el que nos ha llevado a poblar todos los continentes y todo tipo de lugares por muy inhospitos que parezcan. Desde las frías tierras polares pasando por los más infames desiertos y selvas tropicales. Hemos vencido el miedo a los oceanos y nos hemos lanzado al otro lado de esa infinita linea horizontal que se creía era el final del mundo. Lo hicimos. Vencimos la imposibilidad de volar y lo hicimos; volamos y conquistamos los cielos y una pequeña parte del espacio ya no es desconocida. Todo gracias a ese espiritu aventurero que nos lleva a conocer lo que no conocemos, esa sed por caminar por lo desconocido, por hacer nuevos caminos por donde otros pasen y creen los suyos propios. Ese espiritu vive en todos, por eso nos gusta tanto viajar y conocer y probar nuevos sabores, ver otras formas de vivir la vida para compararla con la nuestra, con nuestra visión de lo que creemos es el mundo y la vida. Al romper con la rutina encontramos la belleza de lo desconocido, belleza que se pierde cuando pasa a formar parte de nuestro diario vivir: la playa que está frente a nuestra ciudad deje de tener valor, la montaña, el lago, el río, la gente y todo lo que nos rodea nos parece predecible y aburrido, sin embargo, llega alguien ajeno a nuestra realidad (turista) y se maravilla con todas esas cosas y lugares que nosotros despreciamos. La mirada se deleita con lo que nunca ha visto. Es el amor a lo desconocido.
Si no lo hacemos---viajar--- no es porque no tengamos el espiritu, el deseo, porque con ese nacemos todos. Nadie negará que la vida es un viaje. Sino viajamos es más bien porque cada vez más estamos presos de esas cadenas invisibles que nos autoimponemos y de las que no queremos soltarnos.
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